Contingencia por COVID 19: entre la vulnerabilidad y el miedo

Contingencia por COVID 19: entre la vulnerabilidad y el miedo

marzo 19, 2020

Ilustración:

Escribiré esto, que quizá sea lo último que haga respecto a la contingencia por COVID 19. Es farragoso y torpe y más bien responde a preguntas que me he hecho entre ayer y hoy. Lo escribo a sabiendas que caen en un vacío muy grande entre la vulnerabilidad y el miedo.

 

1)Tener la posibilidad de hacer cuarentena y quedarse en casa, no es un privilegio de clase. En realidad, es un derecho laboral que pocos pueden ejercer. Revela cuáles son los verdaderos escollos a los que nos han llevado las sucesivas reformas laborales donde se ha minado un estado de bienestar mínimo.

 

 

2) Si usted puede quedarse en casa, por favor, NO HAGA UN MELODRAMA. Tampoco se sienta culpable. Y, le pido, no tache de «inconsciente» a quien no puede hacerlo.

 

 

3) Deje de comparar lo que «hacen en otros países», infórmese lo que hacen en el suyo. Los sistemas fiscales, de salud, laborales tienen matices.

 

 

4) Podemos pensar qué sí podemos hacer nosotros por el otro, dentro de lo posible. ¿Percibe usted una renta? Pregúntese si puede, por esta ocasión, cobrarle a su inquilino el 50% o condonarle el mes. ¿Puede cubrir los sueldos de un mes de sus empleados por día o pagarles un porcentaje? Hágalo. ¿Puede compartir insumos con alguien? Comparta el pago de la despensa. ¿Tiene a sus hijos inscritos en clases extraescolares o toma usted alguna clase particular? Pague la mensualidad puntualmente, como si las hubiera. Si no puede, no puede. Punto. Elabore una lista de aquellos amigos que tienen negocios pequeños o puestitos y cuando esto termine, hágales el gasto. Cuando esto termine, invite a comer a su amigo freelancero que usted sabe anda corto de lana. Supongo que hay muchas otras pequeñas cosas que podemos hacer.

 

 

5) Si no puede acatar el lineamiento de permanecer en casa lo más posible; cuídese. Vea quién en su red familiar o de amistad puede echarle la mano.

 

 

6) No subestime la enfermedad; tampoco la sobreestime. Si quiere creer que es un complot, adelante, pero lávese las manos, no escupa en la calle, estornude como Batman y no salude de beso ni de mano. Por otro lado, no permita que el miedo al contagio y su creencia de que morirá irremediablemente le quite lo mínimo de decencia humana: no acapare, no discrimine, no insulte a quien no puede ejercer sus derechos, no desinforme, no politice la enfermedad y la muerte.

 

 

7) No desee la catástrofe. No lo entiendo.

 

 

8) Recuperemos otras maneras de estar juntos. Hable por teléfono. Haga una videollamada.

 

 

9) Conversemos, al menos una vez al día, sobre algo que no sea el coronavirus.

 

 

10) Esta crisis o nos vuelve más ojetes o nos permite la solidaridad. No permitamos que nos haga más ojetes.

 

 

Y bueno. Le pido perdón por el tono, como si yo supiera las cosas. Es un defecto que debo eliminar. Lo que he escrito me lo he escrito para mi, antes que nada. Cuídese y cuide.

 

 

Una cosa más: ojo con la lectura de que poder acatar una cuarentena eventual y permanecer lo más posible en casa es un privilegio de clase. Eso es abrir la ventana a abolir los derechos laborales de quienes aún los tienen. Mejor veámoslo como es: quienes no pueden hacerlo es porque le han anulado laboral y económicamente esa posibilidad. Y eso es lo que hay que revertir y atacar.